El
diseñador italiano Renato Balestra, considerado decano y uno de los símbolos de
la alta moda de su país, falleció a los 98 años de edad en una
clínica de Roma, anunció su familia.
La primera ministra, Giorgia Meloni, recordó a Balestra como “una excelencia
del estilo, decano de la alta moda y símbolo del genio italiano en el mundo” y
transmitió su pésame a su familia y a todos sus seres queridos.
Las hijas Fabiana y Federica y su nieta Sofia, que heredarán su marca,
anunciaron la muerte del modista en un comunicado a los medios y señalaron que
el funeral tendrá lugar el próximo martes en la Iglesia de Santa Maria del
Popolo de la capital.
Balestra nació en la norteña Trieste en 1924 en el seno de una conocida familia
de ingenieros pero, desde su juventud, su interés se centró en su parte más
creativa, explorando la música, la pintura o las escenografías.
Su carrera en la moda comenzó “por casualidad”, cuando enseñó algunos de los
bocetos que hacía casi por ocio y que, tras llegar a las oficinas del Centro
Italiano de la Moda, le valieron una invitación a crear una colección en el
1953, en plena posguerra.
Balestra abandonó sus estudios de ingeniería y entró a formarse en el taller de
Jole Veneziani, otra de las precursoras de la alta moda italiana. De este modo
emprendió una carrera que le consagraría como uno de los diseñadores de
referencia de Italia y le valdría la insignia de gran oficial de la Orden del
Mérito de la República por llevar la creatividad italiana por todo el mundo.
Su trabajo se desarrolló sobre todo en Roma, donde mantendría viva la tradición
de la sastrería hasta la década de 1990, desfilando dos veces al año, y
exhibiendo sus colecciones por todo el mundo, especialmente a Asia.
Uno de sus aciertos fue la creación de un tono que pasaría a llamarse “azul
Balestra” y que siempre aparecía en sus colecciones, marcadas por una elegancia
de aire clásico.
Conocido también como el “pintor de la moda”, su pasión por las artes le
hicieron coser vestuarios para óperas y para el maestro Franco Zefirelli.
Pero también trabajó para las grandes divas del cine: diseñó el vestuario de
Ava Gardner en The Barefoot Contessa (1954), para Gina Lollobrigida en La
donna più bella del mondo (1955) o para Sophia Loren en La fortuna di
essere donna (1956), entre otras.
EFE
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